La claridad entra por el amplio ventanal del cuarto. Estamos ya en el tercer día. Día de inauguración y desfiles. Un día de encuentros con las demás delegaciones que se darán cita para que la fiesta inicie. Es hora de revisar bien las valijas, buscar la vestimenta, las pinturas… y prepararse.
Hoy el día debe ser tranquilo, en el hotel. Como todos los días desayunamos a partir de las 8 de la mañana, los huevos revueltos y las comidas que no sabemos bien que son están allí para que las degustemos. Pero además de ello, el comedor es un lugar de reunión, para darnos los buenos días y charlar de algunas cosas que no van pasando, de las sorpresas y comparaciones con los lugares donde vivimos.
A la tarde, un colectivo nos aguarda en la entrada. Lo abordamos, nos contamos como en cada oportunidad, y ya partimos para la Ceremonia Inaugural que se realiza en un teatro a las 20 horas de México.
Llegamos. Nos ubicamos en las butacas delanteras y el teatro comienza a llenarse. Un presentador nos da las gracias a todos los participantes y distintas autoridades dejan sus palabras de aliento para el festival y para cada una de las delegaciones. Argentina, es la primera, ya que el programa está ordenado alfabéticamente. Así se suceden todas las delegaciones que ostentas sus vestimentas y demuestran en escasos minutos algunas de sus danzas tradicionales. Terminado esto, unos mariachis aparecen del fondo y al ritmo de “El rey” hacen cantar a todo el mundo y el escenario se colma de colores, porque casi todas las delegaciones suben a cantar y bailar y se entremezclan en un gesto de confraternidad.
Salimos de allí y es el momento de tomarse las fotos con distintos grupos, charlar con algunos de ellos, mientras nos vamos subiendo al colectivo que nos llevará al desfile que se hará por las calles de la ciudad.
Nos bajamos en una de las plazas, allí la fiesta ya parece haber empezado, música alegre que nos contagia y bailamos. Mucha gente alrededor de la plaza, cuando salimos un momento hacia sus costados algunos organizadores nos entregan un pequeño collarcito con una cinta y un jarrón en el que nos sirven un delicioso mezcal. No nos hacemos rogar, la fiesta empieza y es hora de arrancar por una callejuela y comenzar el desfile por la ciudad, todos cantando, bailando y dando algunos gritos. La gente en las casas nos aplaude, algunos se sacan fotos y algunos afortunados reciben besos de las zacatecanas. Las calles son angostas, las casas pequeñas, pero la alegría es mucha; todo el pueblo se hace eco de este acontecimiento que es muy difícil describir con palabras. Miles de personas surcando los recovecos de un pueblo que festeja ya 16 años este festival de gran renombre. Para el final llegamos a unas catedrales del centro donde allí nos concentramos para bailar y disfrutar de tacos, de los suaves y de los que nos hacen echar fuego por la boca, afortunadamente los jugos frutales y la nieve (helado) nos calman un poco. La mayoría baila con todos, es una fiesta en el que se acortan las distancias, la música y la danza nos une y nos invita a relacionarnos.
Así de esa manera, regresamos al colectivo, exhaustos pero llenos de alegría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario